lunes, diciembre 05, 2011

TAXISTAS Y REMISEROS TIENEN SU PROPIO MAPA DE “ZONAS ROJAS”*

Informe especial. Inseguridad. Son sectores del norte de nuestra capital donde el riesgo de ser asaltado es mayor, según los choferes. Qué medidas de seguridad toman y cómo siguen llevando pasajeros a esos lugares a pesar del riesgo.

Cuando el sol se oculta y las sombras se adueñan de la ciudad, la oscuridad no tiene el mismo significado en un barrio que en otro, o incluso, de una cuadra a otra. Esto fue confirmado a “Expresión Norte” por los trabajadores del volante que reconocen determinadas “zonas rojas” donde es mejor tomar ciertas precauciones o, si es de noche, directamente no entrar.

Los diez choferes que trabajan en la zona norte de nuestra ciudad consultados especialmente para esta nota, coinciden en que la zona norte es “muy tranquila” en general. No recuerdan asaltos recientes y basan las razones para restringir el servicio en la condición social que creen reconocer en los habitantes de cada barrio y en la fama de zona insegura que en algún momento tuvo el sector.

Los barrios que ellos marcan como zonas de alto riesgo son Jerónimo Luis de Cabrera, Juan B. Justo, Marqués Anexo (especialmente cerca de las vías del ferrocarril), y otros barrios cercanos como Villa 4 de Agosto, Mariano Fragueiro, Hipólito Yrigoyen y La Fraternidad.

“Es todo zona de villas lo que está cerca de las vías y de la Circunvalación, todo es muy peligroso por ahí”, sostiene sin dudar un taxista que frecuenta la parada del Córdoba Shopping de Villa Cabrera. Nunca fue asaltado, pero sabe de episodios sufridos en esos sitios por compañeros con menos suerte.

Asimismo los choferes consultados definen como áreas peligrosas para transitar los barrios Sargento Cabral, parte de Los Paraísos y algunos sectores de Granadero Pringles, Zumarán y San Martín Norte, en particular el cuadrado que forman en el mapa las calles Gómez Pereira, López Correa, Aristóteles y Zárate.

Estrategias de seguridad
Hay choferes que reconocen que no toman ninguna precaución cuando un pasajero les pide que lo lleve alguno de los enclaves mencionados, porque en el acto resuelven si hacen el viaje o no. Por otro lado, saben que el riesgo de ser asaltados es permanente, pero la mayoría de las veces no pasa nada porque –dicen- su intuición no les falla.

Otros aseguran que sí toman sus propias medidas de seguridad. “De día se puede ir a un lugar peligroso, pero vos tenés que tomar tus precauciones. Por ejemplo, siempre tenés que dejar el auto en marcha, que los bolsos del pasajero queden en el auto y no en el baúl, para que los pueda bajar el mismo pasajero”, comenta un remisero con varios años de experiencia cumpliendo servicio en la zona norte.

Otro chofer de remis remarca que en los barrios Sargento Cabral al fondo, Zumarán y, en especial, Santa Cecilia, si se llega de noche, el nivel de alerta debe ser máximo. “Ahí suele haber barritas de chicos. Por eso, si vos entrás por una calle tenés que tratar de no salir por la misma, sino por otra paralela. Si te ven dando vueltas por el mismo lugar, sabrán que estás perdido y se te van a cruzar”.

El mismo trabajador del volante agrega que el barrio Santa Cecilia es en sí riesgoso por su diseño particular: “Es muy problemático porque no tiene muchas salidas”. Y finaliza con una advertencia sobre un sector más: “Hay una parte de barrio los Boulevares que es muy fea”, y marca con una lapicera roja el rectángulo de cuadras que se ubica al sur del Boulevard de Los Rusos.

Vale negociar
Por otro lado, es unánime la respuesta positiva de los choferes ante la consulta de si están abiertos a acordar con el cliente la prestación del servicio hasta alguna calle de las reconocidas “zonas rojas”. “El tema de hasta dónde ir se puede conversar con el pasajero. Y a veces se le informa a la central el número de DNI de quien sube para que haya confianza de entrada. Nosotros hacemos nuestro trabajo y el usuario se queda tranquilo de que va a poder llegar hasta donde quiere ir”, es la opinión más repetida entre taxistas y remiseros.

*Nota de mi autoría aparecida en la Revista "Expresión Norte" en la edición de mayo de 2011.

EXTRAÑOS EN EL PARAÍSO*

Extranjeros en Córdoba. Delcia, Edie y Young Wei son los nombres de tres personas que un día aceptaron el desafío de vivir lejos su patria. Llegaron desde sitios tan distantes como Venezuela, Perú y Taiwán. Hoy, la zona norte de nuestra ciudad es “su lugar en el mundo”. Ellos nos cuentan por qué vinieron, a qué se dedican, su amor por Córdoba y las ganas de volver al terruño.

¿Cómo se pasa de ser una bancaria caraqueña bilingüe a una peluquera en barrio Marqués de Sobremonte? ¿O de ser una bioquímica en Lima a empleada de comercio en el CPC de Monseñor Pablo Cabrera? ¿O de un escolar taiwanés a dueño de un local de comida vegetariana en el boulevard Los Granaderos? Primero, viajando. Pero también agregando a ese viaje un amor y el suficiente arrojo para no tenerle miedo a la posibilidad de vivir experiencias nuevas. Esos son los ingredientes comunes de cada una de las historias que nuestros foráneos entrevistados quisieron compartir con “Expresión Norte”.

Amor viajero
Delcia Greef nació en Caracas hace 55 años, en el seno de una familia de origen brasilero que emigró a Venezuela. Y la presencia de esos dos países se advierte escuchando su acento, intacto después de tantos años, que mezcla el castellano venezolano con un leve toque de portugués.

Cuando conoció a su actual marido cordobés, era una joven viuda con dos hijos que trabajaba en el Banco do Brasil. Estaba casi decidida a radicarse en Campo Grande, la ciudad de su familia materna, cuando el amor llamó a su puerta y le cambió el destino.

“Una amiga del banco organizó una fiesta y ahí conocí a Mario. Fue un flechazo”, recuerda Delcia con el rostro iluminado. Luego, influida por su familia que quería que se fuera a vivir con sus dos pequeños hijos a en Campo Grande, y por la promesa de que iban a mantenerle su puesto de trabajo en otra sucursal, empezó a vivir en Brasil. “Iba siempre que podía a Venezuela. Y por dos años fue así nuestro noviazgo, de vernos muy poco”, asegura.

Finalmente, Delcia retomó su lugar como bancaria en Caracas, luego de esperar inútilmente que en Brasil respetaran el trato de darle el mismo puesto que tenía en el extranjero, y junto a Mario empezaron a evaluar la posibilidad de emigrar a otro país.

Una de las opciones fue el mismo Brasil; otra fue Francia. Hasta que se casaron y decidieron venir a radicarse en Córdoba en 1987, y más precisamente en el Marqués de Sobremonte. Ese barrio ya los había impresionado muy bien al haberlo visto destacado en una maqueta exhibida en el Ateneo de Caracas como “el barrio más grande de América Latina”. Desde ese instante quedaron prendados de él.

Una vez en Córdoba, Mario se convirtió en dueño de una próspera ferretería y, al poco tiempo, Delcia hizo realidad el sueño de tener su propia peluquería, la cual mantiene abierta en su hogar desde hace más de 25 años.

Y su trabajo de peluquera le permitió relacionarse con muchas personas que le preguntan muy frecuentemente qué hace en este país, más aún proviniendo de un paraíso caribeño. “Yo no entiendo por qué tanta gente me dice que quiere irse de acá. Yo amo Córdoba, para mí es la ciudad perfecta”.

Los motivos de su devoción a nuestra capital son que no es ni una ciudad chica ni grande, y que todo está cerca; incluso las sierras. A tal punto llega su deseo de permanecer aquí, que los muchos recuerdos de su patria no le hacen mella.

Y vaya si Delcia tiene recuerdos gratos de Caracas: El Puma Rodríguez cantando en su fiesta de quince años, observar un desfile militar junto a toda su familia desde el palco presidencial, y las exuberantes playas caribeñas a tan solo unos kilómetros de la casa de su juventud. Sin embargo, Delcia afirma sin dudar: “Córdoba es mi lugar en el mundo y a Venezuela no volvería más que como turista”.

Telaraña cordobesa
Otra de las personas que disfruta mucho su vida en Córdoba es Edie. Nació en Ica, Perú, tiene 46 años y, como a Delcia, el amor también terminó afincándola en Córdoba.

Había venido a Córdoba en 2006, como primer paso de una serie de viajes que pensaba realizar, ya un poco cansada de trabajar como bioquímica y estudiar varios años en su patria. No pensaba encontrar a ningún hombre especial en su paso por Argentina, pero se equivocó. Cupido hizo su aparición estelar y hoy comparte una hija de tres años con su pareja de origen cordobés.

El imán de nuestra ciudad es tan fuerte que Edie prefiere no ejercer la profesión que la prestigiaba en Perú a cambio de tener un salario en blanco y fijo mensual. Desarrolla tareas en la fotocopiadora del CPC Monseñor Pablo Cabrera y está muy feliz de tener trabajo, criar a su hija y vivir con las comodidades que le proporciona la zona norte de nuestra capital. “Aquí tienes todo cerca para lo que haces cotidianamente, y eso significa mucha comodidad para mí y mi familia”.

Cuando se la consulta por un posible regreso a su país es categórica: “Sólo lo haríamos como turistas. Mi pareja tiene empleo en un estudio jurídico y ya estamos muy acomodados a nuestra vida aquí; incluso ya estamos proyectando nuestra casa propia que estará sobre la avenida Monseñor Pablo Cabrera. Córdoba es hermosa y no nos iríamos a otra ciudad”.

Filosofía de vida
El caso de Chen Young Wei (Jorge para sus conocidos) es sólo un poco distinto al de Delcia y Edie, ya que no pudo evitar la regla de encontrar el amor con tonada que lo retuviera por estos lares. 

Llegó al país en 1999 con tan solo once años de edad. Vino junto a su familia desde Taiwán, pero Córdoba no fue, sino hasta poco más de un lustro después, la ciudad que lo acogería definitivamente. Antes vivió en la Capital Federal, y en dos ciudades de la provincia de Córdoba: Leones y Villa María.

Jorge tiene algunos tesoros para mostrar: una esposa, dos hijos, una carrera de arquitectura que va a completar muy pronto, y un negocio de comida vegetariana para llevar, “Mamá Chen”, ubicado en la esquina de boulevard Los Granaderos casi Monseñor Pablo Cabrera.

“El negocio de comida vegetariana que tengo cumple dos objetivos: garantizar un ingreso económico para mi familia e influir en los demás para estimularlos a que adopten una alimentación más saludable”, asegura Jorge. Y agrega: “Es un convencimiento propio, pero que quiero compartir para ayudar a mejorar la salud de las demás personas”.
Por otro lado, Jorge revela algunas razones de por qué Córdoba es casi un paraíso en comparación con el lejano país asiático: “En Taiwán la vida muy agitada. No existen los francos laborales, casi no hay feriados, la gente invierte todo su dinero en un gran auto porque es lo que se ve, y las casas son cuchitriles desarreglados e incómodos porque prácticamente las personas no se visitan, como se acostumbra en Argentina; entonces nadie se preocupa por que se vean bien”.

Si bien Jorge está conforme y feliz con la vida tranquila que lleva en su casa de barrio San Martín, no descarta vivir en otra ciudad u otro país, por más remota que sea la chance de que eso ocurra. Y por si faltara aclararlo, de lo que sí está seguro es que no volvería a Taiwán a vivir otra vez, aunque sí como turista.

*Nota de mi autoría aparecida en la Revista "Expresión Norte" en la edición de mayo de 2011.

domingo, diciembre 04, 2011

NUEVO PASAPORTE: LOS REQUISITOS NO ESCRITOS DE UN TRÁMITE QUE “QUITA EL SUEÑO”*

Se puede conseguir desde marzo de este año en los CPC y shoppings de nuestra capital. Pero pocos saben que si no se madruga se complica obtener la nueva licencia, y que no basta con llevar sólo el DNI si uno es casado, viudo o menor de edad. “Expresión Norte” estuvo en el CPC Monseñor Pablo Cabrera e indagó cuáles son las condiciones formales y todos los pormenores no tan conocidos para completar este trámite ahorrando tiempo.

Hacer cualquier gestión en una oficina pública invirtiendo sólo un día suele ser una misión imposible, si uno no está avisado de ciertos detalles importantes. Y tramitar el nuevo pasaporte no escapa a esta generalidad.

Apenas uno llega a cualquier hora de la mañana al CPC Monseñor Pablo Cabrera es muy probable que se encuentre con la sorpresa de que tendrá que regresar otro día. Existe un sistema de entrega de números que no está informado en ningún transparente y que no puede conocerse sin visitar previamente la página web de la municipalidad de Córdoba.

La otra novedad, no menos decepcionante, es que para obtener los 55 números que se entregan por día hay que hacer cola desde las 5:30 de la madrugada (según recomienda el personal del mismo CPC) a la intemperie, para ser uno de los afortunados. A las 6:30 la cola continúa por una hora más, pero ya bajo techo porque en ese horario se abren las puertas del edificio municipal al público.

A las 7:30 de la mañana, o sea dos horas después de paciente espera, arriba el personal del CPC para comenzar con la entrega de números que le da luz verde al trámite del pasaporte y a cualquier otro que haga falta realizar en la oficina del Registro Civil, ubicada en la planta baja del edificio.

Mejor ser soltero
Algo que no se menciona en la información publicada hasta el momento es que para el trámite de pasaporte no es lo mismo ser menor de edad, soltero, casado o viudo. Tanto los unidos en matrimonio como las personas viudas deben concurrir con su DNI (imprescindible en todos los casos), pero también con la libreta de familia. La alternativa a ésta es llevar acta de matrimonio actualizada o acta de defunción, según corresponda.

Para el caso de los menores los requisitos varían de acuerdo a su edad. Si se trata de un menor de 16 años, éste debe concurrir acompañado por alguno de sus padres y presentar su DNI y su partida de nacimiento. En cambio, si se trata de un mayor de 16 años que nunca hizo el trámite de actualización de 16 años de su DNI, no es necesaria la concurrencia de alguno de sus padres pero sí se mantiene la solicitud de su partida de nacimiento.

Sin duda, los solteros son los que la tienen más fácil. Sólo deben concurrir con su DNI en mano y el trámite termina enseguida. Incluso esto es así aunque no se cuente con el nuevo DNI digital, ya que en el mismo momento un soltero lo puede tramitar junto al pasaporte.

Costos, demoras y recomendaciones
Si bien se ha publicado que el costo de la solicitud del nuevo pasaporte es de 130 pesos, cuando se consulta en la oficina del Registro Civil del CPC Monseñor Pablo Cabrera la información brindada es que el trámite vale 132 pesos.

Y esta no es la única contradicción entre la información difundida y la que se obtiene personalmente. Según lo publicado en la web del municipio de nuestra capital, si el cartero no encuentra al interesado en su domicilio, o alguna persona mayor de 18 años con el comprobante de la realización del trámite y el DNI anterior correspondiente para poder recibir la documentación, éste tiene un plazo de noventa días para retirarla en la sede más cercana de Correo Argentino.

Sin embargo, en el CPC su personal recomienda dirigirse a los veinte días a la misma oficina donde se hizo el trámite, ya que el correo no accederá a la entrega de la documentación. Y también se sugiere desde el Registro Civil no pagar ningún dinero extra al cartero o en la oficina postal, ya que el costo del envío está incluido en el precio original.

Por último, para consultas o dudas sobre días, horarios, lugares o cualquier pregunta sobre el trámite de pasaporte es posible comunicarse al 0800-9999-364 de lunes a viernes de 9 a 20 horas.

*Nota de mi autoría aparecida en la Revista "Expresión Norte" en la edición de junio de 2011.

HISTORIAS DE EMPRENDEDORES*

Emiliano Cabrera y Matías Díaz son dos jóvenes inquietos que desde su ingreso al mundo del trabajo tuvieron una idea fija que no se pudieron sacar de la cabeza: ser alguna vez sus propios jefes. Hoy son dueños de su negocio y gozan de libertad y prosperidad económica. Aseguran que, con un poco de suerte, esfuerzo, responsabilidad y dedicación, tener un emprendimiento propio (sin morir en el intento) es posible.
                         
Todos los días a las diez de la mañana el local de "TyC Informática" abre sus puertas al público en el 4106 de la avenida Monseñor Pablo Cabrera. Hay varias computadoras que entregar, otras deben ser reparadas a domicilio, también hay que comprar insumos y atender a los clientes que entran al negocio. Sin embargo, por más que parezcan muchas las tareas a realizar, de todo se encarga una sola persona: Emiliano Cabrera.

"No me gusta que me estén mandando, que me den órdenes", son algunas de las razones que ensaya Emiliano al ser consultado de por qué dejó de ser empleado para pasar a ser dueño. "Quizá a veces estás obligado a trabajar cuatro o cinco horas de más, pero sabés que lo que producís en esas horas es para vos y no para otro", sostiene Cabrera, de 24 años, y que en junio se prepara para celebrar el segundo aniversario siendo su propio jefe.

En cambio, Matías Díaz, dueño de Pizzería Rocko, de Monseñor Pablo Cabrera 3955, encontró las motivaciones para decidirse a trabajar por su cuenta en las expectativas de superación económica que siempre tuvo. "En mi vida sólo tuve un empleo en el que trabajé alrededor de siete años. Era una pizzería en la que fui ascendiendo en responsabilidades, pero no lo veía en el sueldo. Me gustaba mi trabajo, pero sabía que si lo hacía bien para otro también lo podía hacer para mí, e incluso sentía que podía hacerlo mejor", afirma Matías muy convencido.

Duro al comienzo
En tanto, el titular de "TyC Informática" cuenta que fue difícil dar los primeros pasos en el camino a la independencia laboral. Dice que todo se dio precipitadamente cuando comprendió que era imposible seguir trabajando en la fábrica de su padre. Las discusiones constantes que surgían entre ellos fueron el detonante para asumir el riesgo de abrir su propio negocio.

Cabrera describe cómo fue su vida por aquellos días: "Estuve dos meses pasando las noches en el negocio porque no tenía rejas y temía que me entraran a robar. A mi novia le dije que se olvidara de salir conmigo y de cualquier otro gasto. No me quedó otra. Abrí con quinientos pesos en el bolsillo, y durante el primer año no me compré ni un cuarto de criollos".  

Al final, tanto esfuerzo fue premiado; primero con la buena fortuna y luego con la prosperidad. Y el mismo Emiliano así lo reconoce: "Tuve suerte. Mis primeros clientes me pagaron sus compras al contado y por adelantado sin conocerme. Eso me ayudó muchísimo a despegar porque yo no tenía crédito con los proveedores. De no haber sucedido así, directamente no les podría haber vendido".

Por su parte, Matías pensó con mucho tiempo de antelación todos los detalles que requerían tenerse en cuenta para montar su "Pizzería Rocko", tal como él la imaginaba. Ahorró dinero, vendió su auto y renunció a su empleo. Y en un momento dado estuvo tentado de poner un kiosko, pero comprendió a tiempo que su experiencia en el rubro pizzero era demasiado valiosa como para desperdiciarla.

"Al principio éramos dos. Y a veces me tocaba cocinar e ir a repartir en la única moto que tenía para delivery. Una vez un cliente casi no me cree que el mismo que le llevaba la pizza a su casa era también el dueño del local", recuerda Matías con una sonrisa, aquellas primeras jornadas hace tres años y medio atrás.

Díaz cuenta que haber tenido muchos amigos y conocidos como clientes en el comienzo le ayudó mucho. Pero asegura que el crecimiento de las ventas fue realmente notable cuando empezó a publicar en "Expresión Norte". "Yo leía la revista y veía que toda la gente que conocía también la leía, y por eso se me ocurrió publicitar. A partir de ahí, el teléfono no paró de sonar todas las noches y los pedidos fueron muchos más. Al día de hoy ya somos cinco personas trabajando todos los días".

Presente feliz y expectativas
Tanto Emiliano como Matías están muy satisfechos con la decisión que un día tomaron y que los puso al frente de su propio emprendimiento. Y motivos no les faltan: tienen mucho trabajo y disponen de una libertad y un compromiso con lo que les gusta que no podrían haber desarrollado como empleados.

Comparten la idea de mantenerse como están y no abrir sucursales o incorporar nuevos empleados. Pero difieren en las razones. Por ejemplo, Cabrera sostiene que su actividad es muy específica y no confía en que otra persona pueda hacerla con la misma responsabilidad con que él la asume. Mientras que Díaz no piensa en sumar otra pizzería porque siente que las cosas van a salir bien sólo si él está presente, y que no podría estar en dos sitios a la vez. Además, "el que mucho abarca, poco aprieta", se anima a advertir.

Finalmente, Cabrera y Díaz coinciden en revelar la verdadera razón del éxito a la hora de encarar un negocio propio: “Hay trabajar mucho, incluso fuera del horario del atención al público, resignarse a no poder ir a la mayoría de las fiestas familiares y estar siempre dedicado y pendiente de todo lo que concierne al negocio. Si no, es imposible que te vaya bien”.

*Nota de mi autoría aparecida en la Revista "Expresión Norte" en la edición de junio de 2011.

domingo, abril 17, 2011

“MIS PACIENTES ME ENSEÑAN A VIVIR”*

Con motivo del Día Mundial de la Salud, Expresión Norte entrevistó a Máximo Maturana, enfermero profesional, estudiante de medicina y vecino de barrio Villa Cabrera. Tiene 40 años y varios de ellos dedicados a aliviar las dolencias de cientos de personas. El tiempo que resignó a sus estudios para ser médico lo usó para convertir pacientes en “amigos del alma”. Y aprendió de ellos “las verdaderas cosas importantes de la vida”. Las historias y anécdotas de un hombre que vive la enfermería con pasión y que ha llegado a atender al gobernador Schiaretti, Jorge Cuadrado, Lalo Freyre, Antonio Gasalla, Joaquín (del dúo Pimpinela) y a ídolos del cuarteto de Córdoba.

Es sábado al mediodía. La hora se sabe sin mirar el reloj por los rayos verticales que regala un sol brillante. En la esquina de la calle Gato y Mancha al 1900, a media cuadra de la casa de nuestro entrevistado, yace bajo custodia policial una solitaria moto hecha pedazos. Se trata de un accidente de tránsito, sin duda. Pero también de que una o más personas, a partir de ese día, tendrán la necesidad de recuperar su salud. Un auténtico preludio del tema de conversación que en minutos está por iniciarse con Máximo Maturana.

Ya con él, el enfermero comienza a describir su actividad: “Yo tengo una agenda. Lo que más hago es colocar inyecciones. Pero también tengo lo que se llama internación domiciliaria. Es para pacientes que no están en un geriátrico, que los tienen en la casa, y que usan pañales. Entonces vos vas, los levantás, los cambiás, los bañás. Igual que a un bebé. Una rutina que te exige atender a cada uno tres veces diarias”.

Máximo es un hombre agradecido de la profesión de enfermero, a pesar de que su trabajo no sabe de feriados, francos ni horarios fijos. “Yo trabajo de lunes a lunes, no tengo un día de descanso. Para mí todos los días son iguales. Salgo a la mañana temprano y vuelvo a la noche tarde. Y si me llaman a las tres de la madrugada voy, no tengo problema”, afirma con naturalidad.

Sin embargo, Maturana no pierde de vista la función social que él cumple más allá de la medicina: “Vos entrás a la casa de un paciente y hablás de todo. Yo tengo pacientes que no tienen nada y te llaman por la tensión todos los días. Hay una señora que le controlo la tensión cotidianamente desde hace dos años. Y siempre tiene lo normal. Pero vos vas y para ella es como una rutina. Te sienta y te cuenta del hijo, te cuenta de éste, del otro. Se descarga. A veces uno es como el psicólogo que le hace falta a la gente. Y yo escucho, opino. Son años de relacionarme así. Siempre acabo siendo amigo de las personas que atiendo, un amigo del alma. Y por ir simplemente a hacerles compañía jamás les cobré”.

En este sentido, y ya hablando como futuro médico, Máximo agrega: “Yo me identifico mucho con la película ‘Pach Adams’. Para mí eso es lo ideal. Hoy en día la medicina pasó a ser, como todo, un comercio. Y se dejó de ver al paciente como una persona. En un hospital, los médicos van sala por sala diciendo: ‘Cama tres. Tenemos un hígado, con tal patología…’ ¿Cómo ‘un hígado’? Se debería decir ‘tal persona, con tal nombre, que viene de tal lugar…’ Todo. No ‘un hígado’. La calidad de la atención médica ha caído tanto que ya no se respeta a la persona, al ser humano. El médico debería estar al tanto de los problemas de la gente, de su entorno. Todo lo que nos rodea nos afecta. Porque uno no se enferma sólo de cosas fisiológicas, sino psicológicamente”.

Enseñanzas de vida
Conforme pasan los minutos, la charla con Máximo va adquiriendo profundidades insospechadas: “La verdad que mis pacientes me enseñan a vivir. Yo he cuidado muchos de ellos con cáncer. De todos mis pacientes, pero especialmente de éstos, he aprendido mucho. Aprendí el amor por la vida de los que sufrían porque no podían conservarla. De otros, que murieron muy arrepentidos por haberse preocupado por el dinero y la diversión, en vez de cuidar a su familia, aprendí que hay que aprovechar cada un minuto que estamos vivos. Yo creo en Dios. Pero por el sufrimiento que vi, he comprendido que el cielo y el infierno están en la tierra, y que nadie se va de este mundo sin pagar lo que debe”.

Anécdotas
Cuando se lo consulta por el episodio más recordado ejerciendo la enfermería, Maturana no vacila: “Yo le ponía inyecciones y le hacía masajes descontracturantes a una mujer que vivía en la calle Francisco de Aguirre. Un día me llama para aplicarle un decadrón a su marido. Fui, me atendieron los empleados domésticos como siempre, esperé en el living, y luego apareció ella con su marido: era Schiaretti. En ese momento me enteré que la mujer que yo atendía era Alejandra Vigo. No conocía su nombre. Eso en mí es habitual porque a mis pacientes los conozco más por el domicilio que tienen, no por el apellido”.

Lo más jugoso de esa experiencia es que el actual gobernador le preguntó aquella vez a Máximo si conocía el pensamiento político de sus pacientes, y si pensaba que él obtendría más votos que Luis Juez en la elección a gobernador 2007, que se celebraría siete días más tarde. Y el enfermero, en la cara del candidato, no pudo evitar falsear su boca de urna personal: “¿Qué le iba a decir? A él no lo quería ninguno de mis pacientes. Por eso yo pensaba que iba a ganar Juez. Me sorprendí cuando Schiaretti terminó siendo gobernador”.

Pero Maturana tiene más historias para ofrecer. “Una vez un hombre, al que le cuidaba su madre enferma, me financió una moto cero kilómetro aunque yo no tuviera recibo de sueldo ni tarjeta de crédito. El era el dueño de una concesionaria. Cuando salí del negocio me dieron ganas de llorar a mares”, relata con emoción.

En otra oportunidad, y como muchas veces ocurre, Máximo comenta que sus servicios como enfermero fueron solicitados durante la madrugada. “Llego al domicilio y una chica abre la puerta asomando sólo la cabeza. Yo paso, la sigo, y cuando empiezo a subir la escalera, me doy cuenta que ella estaba en ropa interior. En el trayecto a la habitación donde iba a aplicar la inyección veo a varias personas tiradas sobre un sofá y en el piso, rodeadas de botellas vacías. ‘Disculpá –me dice la chica-, es que estuvimos de fiesta anoche porque un amigo cumplió años’. Luego, ella prende la luz, la miro bien, y me doy cuenta que mi paciente era un travesti”, cuenta sin poder evitar una sonrisa.

Maturana también recuerda episodios donde otras personas se han desvestido completamente para recibir una simple inyección, incluido hombres. “Yo nunca les llevé el apunte. Hice mi trabajo y me fui. Mis amigos me cargan porque dicen que desaproveché oportunidades. Pero para mí, el cuerpo de las personas es una más de mis herramientas de trabajo”, sostiene.

Y por último, Máximo confirma que hacer que los chicos de la recepción del hotel Holliday Inn tengan su teléfono agendado le ha permitido tener pacientes famosos: “Yo le he puesto inyecciones a Antonio Gasalla, Joaquín (del dúo Pimpinela), Jorge Cuadrado, Lalo Freyre. Y también a La Pepa de La Barra y a Gary. ¡Uy! A tantos atendí que ya ni me acuerdo.


*Nota de mi autoría aparecida en la Revista "Expresión Norte" en la edición de abril de 2011.

SI SE TRATA DE NUESTRO COLCHÓN, NO HAY QUE “DORMIRSE”*

Tres especialistas dedicados al rubro colchonería nos acercan novedades, recomendaciones y consejos útiles para elegir el colchón adecuado. Se trata de aprovechar al máximo y de manera saludable nuestras horas destinadas al sueño.

¿Recordamos cuántos años hace que tenemos el mismo colchón? ¿Conocemos cuál es su estado? ¿Dormimos lo suficiente e igual nos sentimos cansados sin entender el motivo? ¿Sabemos qué elegir para cuidar nuestra salud cuando no estamos despiertos o cuando tenemos un problema físico? Si alguna de estas preguntas nos inquietan, entonces prestemos atención a quienes pueden ayudarnos a preocuparnos sólo de tener bellos sueños cuando nos vamos a dormir.

“Una cosa muy importante es cambiar el colchón cada cuatro o cinco años. La idea de tener un colchón para toda la vida no es para nada recomendable. Alguna gente, la de mayor edad especialmente, está aún con la idea de los colchones de antes, que eran de lana y muy buenos. Pero con el paso del tiempo el colchón se vence, se hunde, y es muy perjudicial para nuestro cuerpo”, sostiene enfáticamente Fernando Belelli, dueño de Sueñolandia Colchonerías, ubicado en la esquina de Fray Luis Beltrán y Monseñor Pablo Cabrera.

Fernando continúa: “Vos podés dormir tranquilamente en un colchón que está hundido, y vas a dormir. Pero no descansás. Hay gente que me dice que durante tres o cuatro años estuvo durmiendo un desastre y que lamenta no haberse dado cuenta antes de que necesitaba cambiar de colchón”. En este sentido, el mismo Belelli es categórico: “A los colchones viejos hay que tirarlos, ni siquiera regalarlos”.

En relación a esta cuestión, Javier Barrera, dueño de Colchonería Beltrán, situada en Fray Luis Beltrán y Ezequiel Paz, relativiza: “La durabilidad y la necesidad de cambio de los colchones pasa por el cuidado que le da el cliente. Los colchones no tienen fecha de vencimiento. Sí hay recomendaciones para el cuidado del colchón. Por ejemplo, ventilar el colchón haciendo que le dé la luz solar. Si el colchón está en buen estado no hace falta cambiarlo”.

Asimismo, Barrera reconoce que en los últimos años la calidad de los colchones ha recorrido caminos inversos según el tipo. Los de resortes, por ejemplo, en general han disminuido su calidad y rendimiento, mientras que los hechos con goma espuma han demostrado exactamente lo contrario.

Recomendaciones médicas
Por otro lado, Andrés Ibáñez, encargado de la sucursal Los Granaderos esquina Zapicán de El Rey del Colchón, sostiene que las personas que tienen problemas de ciática, hernia de disco, compran por recomendación expresa de su médico: “Llevan siempre un colchón de goma espuma de alta densidad porque es rígido y no tiene flexibilidad. El objetivo es mantener la postura recta, siempre uniforme, para evitar el dolor habitual”.

El titular de Colchonería Beltrán coincide con Ibáñez al afirmar que la gente con problemas de columna llega a su negocio con claras indicaciones de su traumatólogo: “Lo recomendado en estos casos es un colchón duro, de goma espuma de alta densidad, que es el que concentra 30 kilos de material por metro cúbico. Es el que garantiza la postura ideal para descansar”.
En este sentido, Belelli no ahorra datos sobre los avances tecnológicos que ofrece la industria colchonera: “Los sanatorios y clínicas nos piden habitualmente colchones articulados para camas ortopédicas. Son útiles porque se pueden rebatir a la altura deseada. También vienen colchones antiescaras con hileras inflables que funcionan con un compresor automático que ingresa aire y desinfla cada cuatro minutos. Es ideal para personas que están postradas durante mucho tiempo, evitando la irritación de la parte del cuerpo en contacto con el colchón.

Novedades y consejos
En relación a lo nuevo que ofrece el mercado, el dueño de Sueñolandia Colchonerías revela: “Hoy lo mejor que hay en colchones con resortes son los que poseen resorte enfundado o pocket. Están hechos con hileras de resortes y, en este caso, el colchón trabaja en forma independientemente. Por ejemplo, en un colchón de dos plazas, la persona de más peso no le transmite el movimiento a la más liviana. El resorte enfundado permite un descanso mejor porque una persona no molesta a la otra con su movimiento”.

Mientras tanto, desde El Rey del Colchón y Colchonería Beltrán, Ibáñez y Barrera destacan que “la novedad en colchones es la espuma viscoelástica”, un desarrollo de los científicos de la NASA en la búsqueda del confort y la sanidad de los astronautas en el espacio. Esta espuma esta hecha con un material similar al látex, el cual hace que el colchón se amolde a la forma del cuerpo, para luego recuperar su forma original.

Por último, los tres especialistas consultados coinciden en resaltar que al comprar un colchón hay que tener en cuenta el peso de las personas, la edad y la altura, porque de eso dependerá la densidad que recomienda el fabricante del colchón, o si, en todo caso, es más saludable adquirir un colchón de resortes. “Cualquier persona no puede usar cualquier colchón. Por eso la gente necesita asesoramiento y no comprar en un híper donde, no sólo que no es asesorada, sino que ella misma tiene que sacar el colchón de la góndola”, sintetiza Belelli.

*Nota de mi autoría aparecida en la Revista "Expresión Norte" en la edición de abril de 2011.

LUCAS GONZÁLEZ FREYTES (Demo Locución Periodística Radial)

LUCAS GONZÁLEZ FREYTES (Demo Locución)

jueves, diciembre 23, 2010

MI 2010: ¡CON ESTAS MANOS, MIRÁ!



Con las fotos que pude conseguir armé éste, mi primer video. Contiene unas pocas imágenes del año 2010. Algunas son ajenas al período mencionado, pero sirven para ilustrar momentos que viví en los últimos 365 días.

jueves, noviembre 18, 2010

EL ÚLTIMO PASEO

Cuando me anoté como criador de perros Shar Pei y decidí abrir un espacio en la web para contar las novedades del emprendimiento de crianza, nunca pensé que la primera noticia importante que daría iba a ser la muerte de una de mis mascotas. Había imaginado que lo primero que contaría sería el nacimiento de la primera camada, y antes por supuesto, el alegre anuncio de la dulce espera. Luego, sobrevendría el seguimiento de los pequeños, su crecimiento, sus travesuras; hasta que a los 45 días de vida, con un poco de suerte, el hecho comercial para el que habían nacido se consumara: la entrega de los cachorros a sus nuevos y felices dueños.
Todas estas presunciones me parecían naturales, lógicas, esperables. Sin embargo, como una cantidad llamativa de sucesos de mi vida, las cosas no serían tan fáciles ni poco trágicas.
¿Cuántas veces salimos los cuatro a pasear? ¿Cuántas veces hicimos exactamente el mismo recorrido? Primero, cruzando de manera anárquica y a toda velocidad las calles interiores de barrio La France; después, por la ciclovía hasta la rotonda del hipermercado; calles Rodríguez del Busto, Los Granaderos, y por último finalizar todos con la lengua afuera internándonos en el corazón del barrio para volver a casa a descansar. Emma, la primera en integrar la jauría y Didí, la segunda hembra, pero la última en enrolarse a las filas de “Tribu Nueva”, tal el nombre que elegí para mi criadero, siempre hacían punta con una fuerza descomunal durante nuestras caminatas. No pocas veces llegué a pensar en conseguir un carrito y ponerlas a tirar de él como hacen los perros siberianos en la nieve. En cambio, Nuba, el único macho, permanecía a mi lado o detrás, chocándose contra mis pantorrillas, y siendo literalmente arrastrado por sus chicas.
Sólo yo y unas pocas personas más dan fe de la alegría de esos tres animales, antes de cada salida, al verme extraer las correas de una bolsita de nylon blanco. Cabriolas, corridas en círculo, respiración jadeante y excitación al máximo componían “la previa” antes de que el mundo exterior fuera nuestro. Y luego, todo era un universo de aventuras en esa hora y media de paseo: desafíos de peleas a muerte con los perros de los vecinos, regar de orines y soretes todas las veredas posibles, y tratar de cruzar las avenidas en el instante más inadecuado, cuando cientos de vehículos iban y venían, eran las consignas irrenunciables del evento.
El sábado 6 de noviembre de 2010 todo aquello llegó a su fin. Cuando el reloj marcaba que restaban pocos minutos para llegar a las once de la mañana y el termómetro registraba muchos grados, tuve la fatal idea de repetir nuestra diversión semanal. Nuba fue el primero que trató de advertirme. Habíamos completado más o menos diez cuadras de nuestro recorrido y en la alfombra verde que existe a la vera de la ciclovía, esperó percibir la sombra de los árboles, y se echó a descasar. Obligados, todos aprovechamos para recuperar el aire durante algunos minutos.
Posteriormente, el viaje continuó sin mayores altercados. Los animales no demostraban un cansancio distinto al de otras ocasiones, a pesar de su constante jadeo y sus colas caídas. Sin embargo, el día empezó a pintarse de negro cuando enfilamos por el boulevard Los Granaderos, la recta final. Ésa sería la última imagen de los cuatro juntos de paseo.
Didí, la cachorra que aún no cumplía 11 meses de vida comenzó a dar muestras que el trayecto habitual empezaba a se una tortura. Se echó tres veces a la sombra antes de quedar tendida definitivamente. A partir de ese momento los hechos se precipitan trágicamente, como una catarata de increíbles infortunios. Unos vecinos que se acercan para ofrecer agua fresca; mi inocente espera a que Didí recuperara fuerzas; luego la decisión de cargar sus más de 20 kilos de peso sobre mis espaldas: a esa altura el animal era una verdadera bolsa de papas, no atinaba a hacer ni resistir ningún movimiento. Todo eso mientras luchaba por aprisionar las correas de los otros dos perros y evitar su escape. Cuando ya no soporté más la pesadez a la criatura, descubrí con terror que Didí ya no retenía sus heces y las había derramado sobre mi ropa. Nuevos vecinos me ayudaron a refrescarla, mientras yo recuperaba mis propias fuerzas para poder continuar. Estábamos a tan sólo media cuadra del hogar. Tan lejos y tan cerca de empezar a salvarla. No obstante, en ese preciso momento vi los ojos un poco extraviados del animal y percibí la muerte.
Al llegar a casa la odisea parecía aplacarse. Didí podía moverse de nuevo pero sus patas traseras estaban inútiles, no las podía mover por mucho que lo intentara. En mi desesperación, recurrí a la ciencia veterinaria. La médica que se ocupaba de mis mascotas resolvió, después de examinarla muy rápido, que dos inyectables cuyo contenido exacto desconozco revertirían el aparente golpe de calor que había sufrido la perra. Ése fue su diagnóstico. Me dijo que agradeciera que Didí no estuviera peor porque si no, “tu perra no la contaba”. Luego, la encargada de curar a mi mascota salió disparada de mi casa porque a las de 14:30 horas quería ver si “podía comer algo”.
La visita de la especialista había terminado, aunque nada cambió para mejor después de eso. Didí, que nunca había perdido la conciencia y que antes de recibir la droga ya había podido pararse con sus cuatro patas y caminar un metro con muchísima dificultad, se quedó dormida y ya nunca más pudo despertar. Antes de que su corazón diera el último latido tuvo convulsiones, espamos durante media hora y expulsó una espuma que tiñó de blanco sus mofletes siempre renegridos.
Nunca tuve automóvil. Y nunca me sentí un desgraciado por eso hasta esa fatal tarde de sábado. Mis destrezas para fabricar dinero sólo pudieron procurarme una bicicleta todo terreno, totalmente inútil para casos de traslados de urgencia. Entendí que en las circunstancias en las que me hallaba no debía ser pesimista una vez más. Y aunque no lo deseaba, sentí que las cartas estaban echadas.
El último intento por salvar la vida de Didí fue llamar a Yanina, una vecina y colega criadora de perros de raza Shar Pei. Concluyendo ambos que la gravedad requería un traslado inmediato, tratamos primero de ubicar sin éxito a la médica veterinaria que ya había atendido a la perra: ni su teléfono fijo ni su celular fueron respondidos. Por eso mismo partimos en un taxi, en un auténtico clima de desesperación, a una veterinaria recomendada por Yanina ubicada casi frente al CPC Centro América. El chofer, un hombre avejentado, más preocupado por la pulcritud de su asiento trasero que por nuestra urgencia de vida o muerte, omitió acelerar la marcha.
Didí Blue, tal como figuraba su nombre en los papeles de la Federación Cinológica Argentina, hembra color negro, nacida el 22 de diciembre de 2009, tres minutos antes de recibir atención profesional, protagonizó sus últimos estertores en mis brazos y falleció. Su corazón no pudo aguantar tanta estupidez humana y se detuvo para siempre. Todas las tareas de reanimación  fueron inútiles y, sin desearlo, tuve que comenzar la ardua tarea de la resignación que aún no consigo.
¿Qué puede llegar a significar una mascota querida en la vida de una persona? Había llegado el momento de experimentar la respuesta en carne propia por medio de un inmenso dolor. Dolor que no debería haber sido tan profundo porque ya soy un adulto de 33 años, porque era una perra y no un ser humano, porque la vida y la muerte de un animal son fáciles y rápidas de olvidar, y vaya a saber cuántos más de estos pretextos absurdos imaginé en el primer minuto posterior al deceso de Didí para no desaforarme, para poder disimular que uno también se moría por dentro.
No me convencí, pese a que Yanina me lo sugirió, de pagar para que otros se deshicieran del cuerpo. No tengo y quizá nunca tenga hijos, y esa perra junto a Emma y Nuba son lo más parecido a esa experiencia que he tenido. Entonces, Didí era mi hija. Mi hija muerta; y yo, su padre, que nunca hice que le faltara nada, debía sepultarla y no dejarla en manos de extraños que cobrarían una suma de dinero para hacer vaya a saber qué cosa con su cuerpo. Por eso pedí una pala prestada. No la conseguí. Hice que el remis que nos trasladaba de vuelta se detuviera y me aguardara frente a una ferretería. Pagué los $38,50 que valía una pala nueva diseñada para cavar pozos y partí junto a Yanina rumbo al aeropuerto.
Con el chofer como cómplice de aquel cortejo fúnebre improvisado, buscamos un lugar descampado y apartado de la mirada de posibles intrusos. El hombre se ofreció a esperar el tiempo que yo demorara en cavar la tumba. Terminé de hacer la fosa, deposité el cuerpo de Didí en su interior, y lloré a los gritos de rodillas, como un chico, pidiéndole perdón. Y ahí la dejé para siempre, entre dos gigantescos arbustos, un par de cuadras antes de llegar a los Niños Urbanos, al costado de un camino de tierra deshecho que nadie transita.
Mientras escribo estas líneas me pregunto qué virtud extraordinaria puede tener una mascota para que su muerte conmueva tanto. Didí Blue no sabía hacer ninguna prueba especial; nunca fue entrenada para ninguna de ellas. Incluso, la mayoría de las veces me daba la impresión de que ni siquiera reconocía su nombre cuando la llamaba, sino una forma de decir y el tono de mi voz, al igual que Emma y Nuba.
Ya de noche, pocas horas luego del deceso, y después de muchos meses, me tocó volver a llenar dos comederos en lugar de tres. Por enésima vez derroché lágrimas sin poder contenerlas y sin poder guardar silencio. Minutos más tarde, recostado en mi cama, las imágenes del día me torturaban y me impedían conciliar el sueño. Y también las recriminaciones a mí mismo. ¿Y si hubiera asistido al Encuentro de Locutores en villa Carlos Paz como tenía planeado? Sin duda no hubiera habido paseo, ni dolor, ni muerte. ¿Por qué no le hice caso a Nuba que antes que nadie buscó la hierba fresca y la sombra para aplacar el calor agobiante, y que de esa forma me avisaba que debíamos regresar? Otra vez mi puño golpeándome la frente: “Imbécil, imbécil…”
Al día siguiente, por la mañana, confirmé lo que muy apesadumbrado había comenzado a sospechar a última hora de la jornada anterior: Didí era el alma del patio; con su constante ir y venir como pantera enjaulada, jugando, peleando, roncando o resoplando, uno sabía que afuera había vida en movimiento, y no sólo quietas y anodinas plantas. La cachorra era la más pequeña en edad, pero la de mayor volumen físico. Mi abuela nunca se aprendió su nombre. Para ella esa perra simplemente fue “la gorda”, y su avidez por ingerir cualquier tipo de alimento con desenfreno no la dejaba mentir. ¡Hasta las pastillas ultra amargas para desparasitarla las devoraba como el bocado más delicioso!
Como he dicho anteriormente, a Didí nunca se le enseñó nada extraordinario. Siempre me conformé con que orinara y defecara en un sector predeterminado del patio, tal como lo hacían los demás. Sin embargo, ella sola había aprendido a mordisquear lo que no debía hasta destruirlo, a jugar con cualquiera que le hablara dulcemente (aunque fuera un absoluto extraño), a requerir y competir por las caricias de su amo, y a estar de aquí para allá recorriendo el patio de la casa con su jadeo y resoplar perpetuo. Hoy hay tanto silencio, un silencio que desespera: ¿sigo teniendo mascotas?
Cada mañana al levantarme, cumplía yo con la formalidad de saludar a mi abuela y luego dirigía la mirada a la reja corrediza que dividía el patio de la casa. A la primera que veía era a Didí, con su cabeza enorme atravesando los barrotes, recostada, con los mofletes descansando sobre el metal y sus ojos fijos en mí. Yo nunca se lo había pedido, pero ella cotidianamente esperaba ese momento. Ése mínimo instante de felicidad diaria en el que nuestras miradas se encontraban y, por el cual, automáticamente su cola empezaba frenéticamente a ir de lado a lado. Recién ahora me doy cuenta lo que siempre pensé ante esa imagen y nunca dije por ser tan habitual: “Ay, Didí. Mi eterna enamorada”.
El primer día que tocó vivir sin ella, casualmente oí en un tema musical en la radio. Y me pareció que Didí usaba la voz de Marciano Cantero para hablarme: “Y tenés que dejar a la gente que amás, y a ella que te mira con tristeza y alegría y te dice: ‘Que te vaya bien, mi amor. Yo te espero. Siempre te esperaré”. Sólo pude oír esa parte de la canción, luego me alejé del receptor sin poder pensar más que en su recuerdo.
Después de todo esto que he contado bajo emoción violenta, sólo queda por hacerme unas últimas preguntas. ¿Será exagerado pensar por un segundo que la muerte de un ser querido, aunque sea éste una mascota, es también en parte la muerte de uno mismo? ¿Algún día habré vivido lo suficiente como para poder dejar de sufrir tanto por el fin de una vida, especialmente si ese deceso no es el de un ser humano? ¿Realmente quiero que eso pase alguna vez?
¡Didí, quisiera ser un niño para poderte llorar desconsolado sin tener que avergonzarme! ¡Ojalá te hayas ido a ese lugar donde habita aquello a lo que uno ha amado y quisiera reencontrar cuando todo acabe! Aunque uno sepa que no es cierto, imaginar esa posibilidad no deja de ser una hermosa quimera. Fantasías de un niño dichas por un hombre, que aún se asombra de sufrir como un niño…

lunes, junio 21, 2010

EL INCÓMODO RECUERDO DE LA GAZETA, por Alexis Oliva




Con motivo de la celebración del día del periodista el último 7 de junio de 2010, Alexis Oliva, periodista free lance y secretario de Prensa y Difusión de CTA Córdoba, escribió este artículo que es un repaso histórico del papel de la prensa en la Argentina. Y el punto de partida es el nacimiento del primer periodico del pais en 1810, La Gazeta de Buenos Aires, fundado en aquel entonces por Mariano Moreno. Me dí el gusto de grabarlo con música y efectos sonoros de un modo experimental, para ver si le gusta a alguien.

miércoles, junio 09, 2010

LO SOSPECHÉ DESDE UN PRINCIPIO...


El Colegio de Psicólogos de Córdoba avala la adopción por parte de parejas homosexuales. Por fin me encuentro con voces de especialistas en el tema, y no tanto opinólogo y destacado religioso analizando este tema irracionalmente. Aquí se puede leer la nota completa publicada días atrás por el diario Comercio y Justicia.

ESTAR SOBRECALIFICADO IMPOSIBILITA CADA VEZ MÁS CONSEGUIR TRABAJO


Probablemente este artículo me causó gran impacto porque desde hace por lo menos cuatro años vengo haciendo trabajos sólo para sobrevivir. Trabajos que podría hacer cualquier persona, haya o no cursado con mucho esfuerzo una carrera de grado en forma completa. Si bien lo que se relata es una realidad vivida por los españoles, yo no descarto que la sobrecualificación ya esté siendo un verdadero drama para muchos de nosotros por estas latitudes. El fragmento con el cual me sentí más identificado es éste: De este modo, aquel truco tan habitual de rehacer el CV añadiendo creativamente titulación y experiencia para impresionar al contratante se ha tornado en su contrario, y ahora se eliminan todos aquellos datos que hagan pensar que se está ante alguien muy formado y, por tanto, potencialmente conflictivo. Porque esa es la idea que está en la mente de los empleadores. Como asegura Luis Enrique Alonso, Catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, “el problema no es tanto que el contratante crea que este tipo de trabajadores le vayan a exigir más económicamente, sino que le acabarán dando problemas. Es un tema de desconfianza, ya que piensan que con ellos no van a conseguir el nivel de disciplina que la empresa demanda”. En resumen, son percibidos como personas “con poca fidelidad al trabajo, que cuentan con demasiadas expectativas y que siempre están pensando que no se les da lo suficiente”. 
Como señala Pedro García-Cano, Director General de TMP Worldwide, en un momento de crisis hay muchos demandantes de empleo que cuentan con una cualificación superior a la del puesto, pero las compañías son conscientes de que más pronto o más tarde la tendencia cambiará, de modo que “si contratas a un universitario para que coloque cajas, es seguro que acabará marchándose en cuanto pueda”.  Además, el problema de la sobrecualificación, que resulta preocupante cuando eres joven, “lo es todavía más si sobrepasas los 45 años. Es un sector de la población que lo tiene muy jorobado, y más aún en nuestro país, donde no existe la tradición de cambio de carrera. En EEUU a un tío que viene del Ejército le pones a vender ordenadores sin ningún problema. Aquí la sociedad no es tan permeable”.

lunes, mayo 31, 2010

KADICARD COMETE USURA CONTRA JUBILADOS


Mediante una campaña publicitaria muy importante, la tarjeta Kadicard convence a los jubilados cordobeses que confía en ellos y los ayuda con préstamos personales a sola firma. Lo que no saben los supuestos beneficiarios es que luego de recibir el dinero prestado comienzan a ser víctimas de una usura que los lleva a pagar un interés cercano al cien por ciento. En este audio del programa televisivo ADN, de Canal 10 de Córdoba, Argentina, se oye la consulta periodística al prestigioso economista Salvador Treber, que aclara cuál es la verdadera ganancia de la empresa emisora del préstamo. En el mismo informe habla también uno de los jubilados damnificados, cuyo deseo es que otros no caigan en la usura de Kadicard.

martes, mayo 11, 2010

LA TV DIGITAL YA ESTÁ EN MARCHA Y PROMETE DEMOCRATIZAR EL MEDIO TELEVISIVO

Anteriormente, nos estuvimos ocupando de la TV 3D. Ahora nos toca empezar a conocer la TV Digital. La semana pasada, Osvaldo Nemirovsci, coordinador general del Consejo Asesor de Televisión Digital Argentina, habló de este tema en el programa radial "Mirá lo que trajo el gato". Entre otras cosas, aclaró en qué consiste la novel TV Digital, cuáles son sus potencialidades, y confirmó que el gobierno nacional ya compró un millón doscientos mil conversores analógicos digitales para repartir entre los beneficiarios de las asignaciones universales de la ANSES, jubilados de haberes magros y desocupados. Aquí se puede escuchar la nota completa que le realizó Daniel Migani.

martes, mayo 04, 2010

LA TENTACIÓN DE SER MÁS RICO

El autor de este blog está prácticamente convencido de que es muy difícil hacer dinero sólo trabajando, y que la verdadera razón de cualquier fortuna es, en definitiva, alguna actividad ilegal producida en el camino hacia la montaña de dinero. Ya sea pagando coimas, abusando de sus empleados, engañando o perjudicando a sus clientes o, como el caso que salió a la luz en las últimas horas, evadiendo impuestos. Se trata de un engaño al fisco verdaderamente descomunal, que incluye a empresas reales y ficticias dedicadas a la comercialización de productos agropecuarios con sede en la pampa cordobesa y santafesina. Por lo tanto, sería bueno comenzar a pensar que los tramposos no son solamente los políticos. Buena parte de la sociedad que tiene las chances de saber con más claridad qué es y qué no es lo correcto, y cuál es la importancia social que tiene el respeto por la ley, es también responsable de lo malo que nos pasa como país. Un personaje famoso por el crimen no esclarecido de su esposa fue motivo de que la revista El Sur se preguntara cómo se sostenía económicamente, tema del que también nos hicimos eco en este espacio. Llegando a este punto es casi imposible olvidar las palabras del sindicalista Luis Barrionuevo: "En este país, nadie hizo la plata trabajando".

lunes, mayo 03, 2010

REPERCUSIONES POR LA POSIBLE IDA DE LOS CALL CENTERS DE CÓRDOBA

En los últimos días han comenzado a circular informaciones que señalan que los call center podrían abandonar Córdoba. Si esto se cumpliera, un total de veinte mil personas pasarían a engrosar las cifras de desocupados en nuestra provincia. Lo que sigue es la entrevista que realizó por este tema el conductor radial Daniel Migani en el programa "Mirá lo que trajo el gato", que se emite por Power 102.3. Quien responde a la consulta periodística es Walter Franzone, secretario general de centros de contacto y call centers de Córdoba.

lunes, abril 19, 2010

POLÉMICA POR EL INGRESO DE LA HOMEOPATÍA Y LA AYURVEDA A LA UNC

Al ser consultado por el diario La Voz del Interior, el filósofo y científico argentino Mario Bunge se manifestó abiertamente en contra del ingreso de medicinas no convencionales a la enseñanza oficial.
Desde la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba, su decano, Gustavo Irico, aclaró que sólo hay cursos informativos y no posgrados sobre medicinas alternativas, como se informó en otros medios.
Para dimensionar las violentas declaraciones de Bunge baste mencionar que, entre otras cosas, sostuvo que la homeopatía es agua y nada más, cuya única justificación es comercial, y que su conocimiento ya ha sido rebatido científicamente. Pidió que las autoridades sanitarias tomen cartas en el asunto porque las personas con dolencias graves que acuden a la homeopatía tienen destino de muerte. Además, Bunge se dio tiempo para ironizar sobre el futuro académico de la UNC. Propuso una contrarreforma universitaria que la haga coherente consigo misma, mediante la cual se retorne a la Edad Media y se inauguren así las facultades de Alquimia (por la de Química) y de Parapsicología (por la de Psicología). En el mismo sentido, también pidió que se le dé rango universitario a la Magia y el Ocultismo. En este marco se entiende su afirmación de que incorporar las pseudociencias a la UNC parece una iniciativa propia de José Lopez Rega (El Brujo).
Lo más sorprendente de las declaraciones de este intelectual argentino de fama mundial y residente en Canadá desde los años sesenta, es su afirmación de que el mismo psicoanálisis de Freud y su enseñanza académica fue tan escandalosa en su momento como el dictado de cursos sobre medicina no convencional en la actualidad (Respuesta de los psicólogos).
En las últimas horas, el médico y titular de la Asociación de Medicina Homeopática Argentina, Mario Draiman, le respondió a Bunge, abriendo así la polémica sobre el tema, mediante una entrevista que le brindó al programa radial “Mirá lo que trajo el gato” de FM Power 102.3 de Córdoba. Aquí la ponemos a disposición.